martes, 28 de febrero de 2012

De costado

Recomendado para tomar mientras se lee este cuento: Café negro y licor de dulce de leche

Ambas piernas de Franz estaban fracturadas, pero él no se había percatado aún. Miraba el cielo intentando descubrir dónde estaba, en qué calle, en qué ciudad, en qué año. El conductor del camión permanecía desmayado sobre la bocina que minutos atrás fue la primera en morir. El silencio reinaba en la noche y un par de pájaros observaban la escena desde un árbol cercano. Una hora y veinte minutos tardaría la primera persona en trasformarse en testigo de la escena mas sangrienta de aquella ruta, la cual encontraría con vida sólo a los dos pájaros que asustados por el ruido del motor escaparían revoloteando velozmente.

Franz había comido comida mejicana y el picante nunca le resultó del todo bien. Aquella tarde corrió mas de una vez al baño. La última, cerca de las cinco de la tarde, sería determinante. Entró y se metió en el último cubículo, sin tiempo practicamente para cubrir la taza con papel higiénico, se sentó y sintió como sus piernas se aflojaban un poco. Siempre había admirado sus propias piernas, eran fuertes, bien marcadas, y objeto de deseo de las mujeres cuando salía a correr por la costanera. Un ruido lo distrajo de sus egocéntricos pensamientos, mas bien una voz: la del vicepresidente de la empresa. El veterano empresario era un ave de rapiña, y bajo la piel de cordero se escondía un lobo feroz que parecía haber sido entrenado por Capone. Franz escuchó como trancaban, el Sr. Ritzheiger y uno de los del equipo BAT6 del 2do piso, la puerta del baño. Escuchó también como planeaban robar dinero de la empresa, anotó en su celular todos los datos, los procesos y cómo esa tarde debían mover todo para sus cuentas personales sin que nadie lo notara. Esa tarde, a las siete, él podía ser millonario.

Raudo y veloz llegó al estacionamiento, sin importarle haber salido una hora veinte antes del trabajo, pisó a fondo el acelerador de su Corolla y tomó la ruta a su casa, pretendiendo llegar antes que sus dos compañeros y ganarles la movida de antemano. En la Curva de los Pájaros, no tuvo tiempo de ver al camión.

El vicepresidente Iejmar Ritzheiger emitió un comunicado por mail (escrito por su secretaria) lamentando el reciente fallecimiento de Franz sin tener claro quién era y pensando en no comprar un Corolla con su dinero fresco. El otro empleado ni siquiera leyó el mail, tenía cosas mas importantes en qué pensar, como saber que ruta tomar para llegar rápido a su casa a contar el dinero.