Escribí "Lo sé, Margarita" específicamente para dicho concurso, y tengo el inmenso placer y el honor de haber resultado 3ero (1er accésit) entre 830 participantes, además de ser incluido en un libro recopilatorio de las mejores 128 cartas que será publicado a la brevedad.
Los dejo entonces, con "Lo sé, Margarita". Espero que lo disfruten tanto como yo.
Ger
Lo sé Margarita
Cabo Polonio, Rocha, Uruguay – Algún día de
Noviembre de 2011
Querida
Margarita,
Mi
amor, te escribo apenas despierto, junto al arrullo de las olas y perdido en lo
más profundo del horizonte, como suelo perderme en los confines de tu mirada.
Sé, mi amada Margarita, que nuestro casamiento te desveló las noches de los
últimos tres meses, que recorriste bazares, mercados y almacenes, incluso
cruzaste el Mediterráneo hasta encontrar las telas exactas que querías para tu
blanco vestido, que gastaste, perdón, invertiste en ropa un dineral, para
usarla una noche y luego convertirla en recuerdos. Sé también que probaste
dulces y manjares, que contrataste chefs franceses, vascos y peruanos, que
viajaste junto a tu querida madre por las más importantes capitales de Europa
para encontrar los platos que tu refinado paladar exigía, créeme que lo sé, mi
amor. No pienses que olvidé tu petición de que afeitara mi barba, tu voz
amenazante por ver mi piel reluciente cual cara de bebé, no asumas, te pido, ni
por un instante que descuidé esas órdenes. Margarita ruego, suplico, que no
caigas en la falsa idea de que escapé, sé lo importante que este día resulta (o
resultaba) para ti y tu familia, principalmente para tu padre y sus amigos
coroneles, comandantes y demás rangos militares que en estos momentos, a causa
del salitre y el ron, no logro recordar. Sé que dije que la despedida de
soltero sería simple, que asaríamos un cerdo con ciruelas pasas y ron,
cantaríamos algunas canciones y volveríamos a casa, los muchachos y yo… Te juro
que las cosas fueron sucediendo una tras otra, a causa de una desafortunada
cadena de errores. Entiendo que no debí pedirle a Ramonceti que se encargara de
conseguir las pasas, y a Eneufredo el cerdo… mucho menos debí encargarle el ron
al pequeño Tomasín, pero los nervios y la emoción de mi inminente abandono de
la condición de soltero me jugaron una mala pasada, ¿cómo iba a imaginar que
mis amigos de toda la vida, mis hermanos, confundirían los pedidos y llegarían
portando todos ron? ¡No había forma de anticiparse a eso! Y me imagino, mi
lejana Margarita, que entenderás que no podíamos hacer otra cosa salvo brindar.
Sé que pensarás que la despedida era en Cádiz, y que estoy escribiendo a más de
catorce mil kilómetros de distancia, sé también que mi último llamado fue cuando
conocimos a unos marineros Sudafricanos con los que entablamos rápidamente una
fraternal amistad, y que seguiríamos la fiesta con ellos en su barco, en el que
prometían llegar a las hermosas playas vírgenes de un pueblito perdido en el
océano Atlántico donde no hay electricidad, ni chefs internacionales, ni
tarjetas de débito, rangos militares o salones seis estrellas de hoteles de
lujo. Lo sé Margarita, lo sé. Lo que no sé, básicamente, es qué día es hoy y
cómo voy a hacer para enviarte esta carta y contarte que difícilmente llegue en
hora a la ceremonia.
Te quiere con locura,
Aniceto.
Muy buena!!
ResponderEliminarMuy buena!!
ResponderEliminar¡Muchas gracias! :-)
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